Luis II de Baviera: el rey que se construyó una realidad a su medida
El monarca de los castillos de cuento de hadas y el gran admirador de Wagner, Luis II de Baviera, murió en extrañas circunstancias cerca del palacio de Berg, donde fue recluido tras diagnosticarle una demencia. Su gran sensibilidad artística, su elitismo y su homosexualidad hicieron que se sintiera siempre inadaptado y buscara refugio en el interior de sus majestuosos castillos. Si se suicidó o le asesinaron constituye uno de los misterios que rodearon la vida de este excéntrico monarca.
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La historia de Luis II de Baviera
Luis II de Baviera (1845-1886), también llamado el Rey Loco, fue hijo del rey Maximiliano II de Baviera y de María de Prusia, recibió una esmerada educación, destacando en ella su aprendizaje artístico. En su vida existieron dos grandes obsesiones: la construcción de grandiosos castillos y su pasión por Richard Wagner.
Las leyendas que una institutriz francesa le contaba de pequeño sobre el maravilloso palacio en Versalles, hicieron que el heredero al trono de Baviera ambicionase construir palacios similares en los espectaculares parajes alpinos que le rodeaban. Por otro parte, a los 16 años presenció por primera vez una obra wagneriana (Lohengrin), que le impresionó enormemente. A partir de ese momento su pasión por el maestro Wagner le acompañaría toda su vida.
En 1864, tras la muerte de su padre, subió al trono con sólo 18 años. Inmediatamente mandó llamar a su lado a Wagner, al que consideraba un espíritu afín, capaz de plasmar en sus magistrales obras toda la sensibilidad artística que él se veía incapaz de exteriorizar. Luis II se convirtió en un mecenas y gran amigo del compositor, que ya no tuvo que preocuparse de su sustento ni de los medios necesarios para poder representar sus obras.
Presión política y un adios forzado
Pero pronto surgieron las intrigas palaciegas contra Wagner. Los políticos más reaccionarios lo detestaban por su pasado revolucionario y por ejercer demasiada influencia sobre el monarca. Con el tiempo, toda Baviera estuvo contra Wagner y las personas próximas al rey comenzaron a presionarle en su contra. Luis II tuvo, finalmente, que someterse a la voluntad de su pueblo. Acompañó a Wagner hasta la misma frontera de sus dominios, con lágrimas en los ojos, prometiéndole que sería “suyo hasta la muerte” y que seguiría sufragando todos sus gastos.
Luis II se prometió a su prima, la princesa Sofía de Baviera, hermana menor de Elisabeth (Sissi). Después de posponer varias veces la boda, en otoño de 1867 anuló el compromiso. La necesidad de estar junto a Wagner llevó al monarca a plantearse la abdicación. Pero había sido educado para ser rey y se sintió incapaz de abandonar sus obligaciones, de modo que, aunque nunca le gustó gobernar, finalmente, no abdicó.
Los castillos de Luis II de Baviera
Mandó construir cuatro maravillosos castillos: el de Neuschwanstein, que tardaría 17 años en ser acabado; el de Linderhof, el único que vio terminado en vida; el de Herrebchiemsee y el de Hohenschwangau.
El castillo más espectacular es el de Neuschwanstein, ubicado en la ciudad de Füssen, a 132 kilómetros al suroeste de Munich. Se eleva a casi mil metros de altitud entre montañas alpinas, en un paraje sobrecogedor.
Se realizó en un estilo que recuerda a los castillos de los cuentos románticos. Era el preferido del monarca y, al parecer, sirvió de inspiración a Walt Disney para construir el castillo de La bella durmiente, en Disney Land.
El castillo fue decorado con pinturas de temática wagneriana, por ejemplo, Aigner pintó en la sala de trabajo del Rey, la leyenda de Tannhäuser; y Spiess decoró el dormitorio gótico con imágenes de Tristán e Isolda. De las 360 estancias del castillo, sólo 14 llegaron a completarse. Las demás, inacabadas a la muerte del monarca, continúan en la actualidad sin terminar.
Característias del castillo Neuschwanstein
El castillo tenía calefacción central desde 1884. Se utilizaba un sistema de conductos de ventilación por los que circulaba el aire caliente por las habitaciones de los pisos superiores. Había grandes estufas, situadas cerca de la cocina, y se empleaba un montacargas para facilitar el transporte de las enormes cantidades de leña.
El Salón del Trono (fotos inferiores), a pesar de haber quedado incompleto, es impresionante. El suelo es de mosaico y representa el círculo terrestre simbolizando la vida de los animales y las plantas. En el techo existe una araña que pesa 900 kg., está hecha de latón chapado en oro e incrustaciones de cristal teñido de bohemia.
La cocina era muy moderna para su época. Tenía agua caliente y fría y asadores giratorios automáticos para asar venados. Esto se lograba mediante el vapor caliente que ascendía por la chimenea y que movía una turbina; este movimiento giratorio se transmitía por medio de un engranaje al asador. Se trataba de uno de los inventos culinarios de Leonardo da Vinci.
Los últimos años de Luis II de Baviera
El monarca, en sus últimos años se recluyó en este maravilloso palacio. Su aislamiento fue aumentando con el tiempo, apenas se ocupaba de cuestiones políticas y comenzó a circular la idea de que el monarca no era normal porque ni los políticos ni el pueblo entendían su introversión ni su espíritu romántico. Además, el monarca dilapidaba el erario público en la construcción de sus castillos o en las representaciones de las obras de Wagner, sin importarle si era buen o mal momento para su reino.
La muerte de Wagner, el 13 de febrero de 1883 en Venecia, provocó una terrible desesperación en Luis II y es que, a pesar de que en los últimos años las relaciones entre los dos se habían distanciado y existieron roces, Luis siempre conservó una absoluta pasión por el maestro y su unión espiritual no se rompió nunca.
El monarca sólo sobreviviría a su admirado maestro tres años, que transcurrieron en una absoluta soledad. Todos sus amores (Pablo de Thurn y Taxis, Wagner, Alberto Niemann, Emilio Rohde, Josef Kainz y muchos más) terminaron decepcionándole, salvo uno: el amor imposible pero profundo que sintió por su prima Elisabeth (Sissi), a la que llamaba su Paloma. Fue un amor narcisista, pues amaba en ella todo lo que los dos tenían en común: su elitismo, la huida del mundo, la incapacidad de amar realmente, el arte y la búsqueda compulsiva de la soledad.
La familia de Luis y los políticos de Baviera interpretaron que el carácter sensible, artístico y atormentado del monarca era el resultado de una enfermedad mental que le imposibilitaba para las tareas de gobierno. Decidieron sacarlo de su castillo de Neuschwanstein e internarlo en el castillo de Berg para que se sometiese a un tratamiento.
Lo curioso es que la sucesión recayó, aunque sólo nominalmente, en el hermano menor del monarca, Otto, que sí estaba realmente loco y llevaba más de diez años internado a causa de su demencia profunda en el castillo de Furstenried, a las afueras de Munich.
Fallecimiento de Luis II de Baviera
Tres días después de ser recluido, el 13 de junio, el rey murió ahogado en el lago Starnberg, frente al castillo que había sido su prisión.
Al parecer, por la tarde, Luis pidió pasear con su psiquiatra Gudden (quien le había diagnosticado una demencia incluso antes de examinarlo). Como pasó el tiempo y no regrasaban decidieron ir en su búsqueda y al final los encontraron ahogados dentro del lago Starnberg. Como el monarca era un gran nadador, la muerte resultó muy extraña. Aunque la versión oficial fue la del suicidio, resulta difícil explicar la muerte de su médico. Se ha afirmado que pudo acabar con la vida de éste y después con la suya.
Otra hipótesis sobre su muerte, sería la de su posible asesinato: Luis resultaba un extraño e incómodo gobernante que cuando intervenía en las cuestiones políticas lo hacía para ir en contra de la política oficial o para criticar a la casa imperial. De modo que pudo ser eliminado por los poderes de Baviera o de Alemania.
Aunque Luis II se llevó a la tumba la solución de este enigma, no resulta descabellada esta última tesis del asesinato porque este rey inconformista, de gran sensibilidad artística y homosexual fue, sin duda, un monarca excéntrico que vivió fuera de su tiempo.
Enlaces y Créditos: Wiki — ArteyLiteratura
Esta historia sobre Luis II de Baviera ha sido rescatada y compartida en esta web a modo de tributo. La autoría original pertenece a Indira y Chandra, la historia se encontraba en su blog, Ovejas Eléctricas, que desafortunadamente desde 2017 no es accesible, cambió de manos y se perdió el valioso contenido.
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