Las Xanas: Ninfas de las fuentes y aguas asturianas
Uno de los seres de la mitología asturiana más conocidos, las Xanas, ninfas o hadas de las aguas, de extraordinaria belleza, con aspecto de jóvenes y variadas intenciones. En su versión más benévola representadas con aspecto de bellas nórdicas y en ocasiones, cuando son malvadas, como pequeñas criaturas, morenas y perversas.
Las xanas bien podrían ser una representación de las bondades de la naturaleza, que pueden ofrecer grandes riquezas a quien sabe tratarlas con astucia, respeto y esfuerzo. Tienen una notoria similitud con otras leyendas de hadas de diferentes culturas, sin embargo el concepto de Xana en la tierra de Asturias nace en tiempos remotos.
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Orígenes de las Xanas de Asturias
El mito o leyenda de las xanas aparece con diferentes nombres en el territorio astur. En occidente las conocen como Encantadoras, Encantadas o Moras. En el oriente de Asturias las llaman en ocasiones Inxángana o Inxana.
Algunos piensan que el origen de las xanas aparece en la época romana, de la leyenda de Diana, aunque no hay similitud con el aspecto de cazadora que tenía la diosa romana, protectora de la luna y la naturaleza. Además, en muchas leyendas sobre Xanas, tradicionales, se las suele asociar con el nombre de Ana.
Todo esto nos llevaría a considerar que la Xana, igual que las otras entidades nombradas, tendría su origen en una divinidad indoeuropea denominada Ana, Anna o Anu, que gozó de gran arraigo en la céltica antigua como diosa –
Alberto Álvarez Peña, Mitología asturiana, Xixón: Picu Urriellu, 2003, p. 17-18
madre y que también fue conocida como Anna Purna (Ana la que provee). Pervivió en la Edad Media en las leyendas del Rey Arturo y la Tabla Redonda, como el Hada Morgana y fue cristianizada como Santa Ana, la madre de la Virgen María, que en muchas leyendas bretonas aparece casi como una divinidad tutelar.
Las Xanas tienen un gran parecido con seres de otras culturas y países, como destacan las semejanzas que comparten con el Hada Melusina (de Jacques Le Goff), las hadas de las aguas, Ondinas en Francia o las Náyades griegas.
Volviendo la vista hacia el pasado más lejano, es digno mencionar que las bellas tierras, ríos, bosques y montañas asturianas, junto a su mágica niebla y clima propiciaron la aparición de mitos y leyendas. Historias sobre cómo las Xanas vivían en cuevas, fuentes, pozos y ríos, protegiendo tesoros o ayudando a la población con sus especiales favores.
Es posible que las leyendas sobre Xanas naciesen en la época celta, tal vez incluso antes. Es difícil afirmar con certeza un origen específico por la pérdida de tradiciones causadas por la propagación de viva voz entre generaciones y modificaciones buscando el honor o el reconocimiento social de algunos escritores, poetas o incluso instituciones.
Durante la época de la inquisición, los católicos intentaron amoldar leyendas y mitos paganos, como los relativos a Xanas, para su propio beneficio y extender mejor el catolicismo por las tierras asturianas. Esto ha llevado a la existencia de variaciones, a veces exageradas, según quien cuente cada leyenda.
Las Xanas, ¿católicas o paganas?
Dependiendo de la historia y la zona donde se cuente las Xanas podrían ser consideradas como católicas, o no.
Algunos folkloristas tradicionales como Aurelio de Llano consideran que las Xanas son cristianas. Aduce la leyenda Oye, mujer en la que una mujer ve salir un rosario blanco de la fuente. Cuando lo quiere llevar, aparece la Xana de la fuente y la obliga a devolverlo diciendo que lo necesita para rezar.
Cabal, por otra parte, dice que las Xanas no son cristianas, que son igual que las hadas paganas. Algunas aceptan el bautismo pero en general no se bautizan. Además a las Xanas o hadas en la parte oriental del Principado de Asturias suelen llamarles también las moras e incluso se pensaba que eran moras que habían quedado en esta región tras la precipitada huida de los moros después de la Reconquista.
Respecto a esto dice Cabal:
“Las encantadas, las princesas, las moras, las dueñas, las señoritas que se encuentran en Asturias son todas hadas o Xanas y es error considerarlas como entidades míticas diversas”
Constantino CABAL, La mitología asturiana, Xixón: GH Editores, 1987
Comportamiento, actitud e intenciones de las xanas
Por lo general las xanas son seres benevolentes, amables y generosas. Hacen regalos a los lugareños como ovillos de lana que nunca se terminan, a veces de oro. Disponen de polluelos dorados, ropajes y objetos como tijeras de oro. También cuidan de los niños y en ocasiones, si alguna persona valiente las desencantaba, rompiendo el encantamiento que las atrapaba, la colmaban de riquezas.
No obstante poseen un lado oscuro en las historias y leyendas astures. Pueden ser malvadas, seres malignos que entraban sin permiso en las casas para robar comida o mordisquearla. En múltiples historias se habla de su arte para secuestrar niños con el fin de sustituirlos por sus hijos, conocidos como xanínos. Buscan que una madre mortal amamante a sus bebés, feos y peludos, porque las xanas no tienen leche para alimentar a sus lactantes.
Como detalle, a favor de reducir el nivel de maldad, normalmente devolvían a los niños que robaban y siempre había una recompensa, en función del trato que hubiese recibido su xanín.
Avistamientos de Xanas y enclaves de interés
Desde tiempos inmemoriales las gentes que habitan las tierras astures, sus historias heredadas de viva voz y algunos documentos escritos indican lugares donde se dice fueron avistadas Xanas.
Como ya se ha mencionado con anterioridad, cuentan las leyendas que pueden encontrarse en ríos, fuentes, manantiales, pozos e incluso cuevas. Si alguien quisiera encontrarse con ellas la mejor fecha sería la noche de San Juan, el 24 de junio, ya que las Xanas buscan quien las libere de sus encantamientos mediante bailes y rituales de costura o lavandería. Parece ser que siglos atrás una gran cantidad de encuentros ocurrieron en esta mágica noche.
En la actualidad existen numerosas ubicaciones que llevan el nombre de estos seres mitológico asturianos. Lugares como el desfiladero de las Xanas en San Adriano, junto al río de las Xanas. También la ruta de las Xanas entre Villanueva y Quirós, en la zona central de Asturias.
Otro enclave interesante podría ser la playa de Aguilar, en Muros de Nalón, Cudillero. Cuenta la leyenda que una vecina de Muros vio una Xana esconderse en una cueva cercana. Al acercarse encontró unas tijeras de oro abandonadas, las cuales llevaron a su familia años de mala suerte, puedes leer la leyenda completa un poco más abajo.
Leyendas de Xanas
Están muy extendidas las historias y leyendas de xanas en todo el territorio astur. A continuación se muestran recopilados algunos de los relatos más conocidos en Asturias, sobre todo entre la población más envejecida.
Los siguientes relatos han sido recopilados por Aurelio de Llano Roza de Ampudia. Historias recogidas directamente de lugareños, transmitidas de viva voz durante su viaje recorriendo a pie los pueblos, aldeas y tierras de Asturias.
Dame el mío crío
Una mujer de vidiago, concejo de Llanes, estaba sallando maíz junto a la cueva de Santa Marina.
Y a la orilla de la finca donde sallaba, tenía un niño acostado en una macona a la sombra de un cerezo.
Cuando anocheció, la mujer cogió la macona con el niño, la puso encima de la cabeza y se dirigió hacia su casa. Pero antes de llegar a ella se dio cuenta de que le habían cambiado el hijo.
Entonces fué a la cueva de Santa Marina y dijo:
— Injana mora: Dame el mió criu y toma el tuyú.
La Injana contestó :
— Tráelo acá, mala mujer: no te lo di para que me lo criaras, dítelo para que me lo bautizaras
Anda xanín
Una mujer de la casa de la Matiega (Grau) encontró un xanín muerto de frío. Lo llevó a casa y lo envolvió en un paño usado, de color. Poco tiempo después la Xana llamó desde fuera al xanín y dijo:
— Anda, xanín, que te llama tu Xana. Y tú, mujer, poco amiga, si en vez de envolver al xanín en un paño usado, le envuelves en un paño blanco y limpio, te hubieras hecho rica.
Cien años va que nací
Una xana tenía un hijo que no podía hablar. Se puso entonces en medio del camino para que el primer pobre que pasara le dijera lo que tenía que hacer. Un pobre le mandó poner alrededor del fuego cáscaras de huevo y sentar al xanín al lado. Así lo hizo y el xanín al ver las cáscaras dijo:
— Cien años va que nací, nunca tantos pucheros al pie de fuego vi.
El hilo de Fontica
Por el caño de la Fontica (monte Naranco, Oviedo) salía un hilo de lino. Con él se hacía una gran cantidad de ovillos para hilar y jamás se acababa. Un domingo una mujer paró de devanar y el hilo se rompió. Entonces dijo una Xana
desde el interior de la fuente:
— ¡Maldita seas! Si no hubieras roto el hilo pronto acababa mi encantamiento.
El viudo y la xana
Un viudo, vecino de Carrandena, concejo de Colunga, tenía dos hijos de corta edad. Y mientras él iba a trabajar la tierra, una persona desconocida le lavaba y peinaba los niños, restiellaba lino y ponía la casa en orden.
El viudo, por más que indagaba, no podía averiguar quien hacía aquellos milagros. Y para averiguarlo, dejó de ir un día al trabajo y se escondió en casa detrás del escaño.
Al poco tiempo de estar en su escondite vio entrar por la puerta una Xana con la resuella debajo del brazo. Se presentó a ella, le dio las gracias por todo cuanto había hecho en favor de sus hijos y le propuso que se quedara a vivir con él.
A ésto contestó la Xana:
— Me quedaré a vivir aquí. Pero con la condición de que no me digas nada de lo que oigas cuando pases por delante de la puerta de la cueva del Moru.
El viudo aceptó la condición muy contento.
La Xana comenzó a cuidar amorosamente a los niños : se pusieron blancos y encarnados como las rosas del huerto.
El viudo subía todas las mañanas al puerto Sueve a mecer las vacas y nunca bajaba sin un cestín de fruta para los niños y un ramo de flores silvestres para la Xana.
Esta, con mucho cariño, curaba con hojas de anzuela una llaga que tenía el viudo en una pierna. Y a pesar de este cariño y de la alegría que esparcía la Xana por toda la casa, el viudo comenzó a ponerse muy triste. Lo cual fué notado por ella, y por más preguntas que le hacía, el viudo no quería decirle el motivo de su tristeza.
Pero un día que la Xana estaba "restiellando" lino le rogó llorando, que le explicara por qué estaba tan triste.
El se resistió mucho, pero al fin dijo:
— Cuando paso por delante de la puerta de la cueva del Moru, aunque tape los oídos para no oir, oigo una voz que dice:
— ¡Ah, Xana hermana!. i Ven a ver a tu madre que está muy mala!.
La Xana, al óir ésto, tiró la restiella contra las piernas del viudo y salió de casa diciendo:
— Por no haberte resistido cuatro días más en satisfacer mi curiosidad, perdiste de ser rico y a mí me desencantabas para siempre.
Los niños sintieron mucho la marcha de la Xana. Y al viudo, cuando pasaba por delante de la cueva del Moru, le decia una voz:
— ¿Sigues con la pierna mala? Pon anzuela y quita anzuela y verás como te sana.
El pastor y la xana
Cerca de una majada de Ponga hay una cueva que estuvo habitada por un grupo de Xanas.
Salían por la noche a lavar la colada a la fuente y la tendían a los rayinos de la luna. Y al riscar el alba se ponían a hilar y a devanar en un camperín que hay delante de la cueva.
Pasaba por allí todos los días un pastor ¡guapo mozo! Cantaba mejor que cantan los tordos por las mañanas en el robledal.
Poco a poco logró hacerse amigo de las Xanas y mientras pacía su rebaño iba a divertirse con ellas jugando al escondite por entre los peñascos y bailando la giraldilla en los camperos.
Y sucedió que el pastor se enamoró de la Xana más guapa y le declaró su amor.
La Xana le contestó:
— Si quieres llevarme contigo ha de ser con el consentimiento de tu madre. Después, para poder sacarme de aquí, tienes que hacer lo siguiente: Cuando mis compañeras y yo nos acerquemos a la cueva para entrar en ella, me coges por el refaxu, tiras sobre mí un puñado de tierra de la iglesia y seré tuya.
Lo hizo así el pastor y la llevó consigo.
Un día que la Xana estaba 'restiellando', llegó el pastor del monte y le dijo que al pasar por delante de la cueva había oído decir:
— ¡Ah, Xana hermana! ¡Te fuiste y nos dejaste solas!.
La Xana le tiró con la restiella y desapareció de casa para siempre.
El parto de la xana
En la cueva de la Cogolla, en el monte Naranco (Oviedo) a una Xana le entraron los dolores del parto y empezó a gritar. Por casualidad pasó por allí una costurera y la Xana la pidió ayuda. La moza la ayudó y tuvo un parto feliz. La
Xana le dijo:
— Quiero pagarte el favor, de las alhajas y prendas de oro que hay encima de esa mesa, coge las que más te gusten.
Y la costurera, cogió unas tijeras de oro.
Oye, mujer
Una mujer de Cardo se sentó junto a una fuente para descansar. Cuando se levantó para continuar su camino, vio salir de la fuente un rosario blanco y exclamó:
— ¡Ave María Purísima! ¡Qué rosario más guapo! Voy a llevarlo para mi hija.
Pero al momento de cogerlo, salió una Xana y le dijo:
— Oye, mujer, si me quitas el rosario, ¿cómo me arreglo yo para rezar?
La mujer al oírlo se marchó avergonzada.
La xana de Castiellu de Aguilar
En la cueva del monte Castiellu que está junto a la playa de Aguilar en Muros de Pravia, vive una Xana encantada. La encantaron sus padres porque cometió una falta muy grave.
Y no podía salir de su encantamiento mientras no se presentara un hombre valiente que la bajara en sus brazos, desde la cueva a la playa, sin detenerse en el camino y sin dejarla caer al suelo.
El hombre que hubiera hecho esto se haría dueño de muchas riquezas, porque la Xana le regalaría el tesoro que guarda en la cueva envuelto en un pellejo de buey pinto. Dice una copla:
En Castiellu de Aguilar,
donde trigo se mayaba,
hay un pellejo güey pinto
lleno de plata labrada.
La Xana jugaba en la playa a los bolos con bolera de oro. Detanaba ovillos con el hilo que salía por el ojo de la fuente que está cerca de la cueva y tendía su pequeña colada en la falda del monte.
Una mañana, fue una mujer de Muros a segar hierba al prado del Castiellu y sorprendió a la Xania cosiendo. En cuanto ésta vio a la mujer, se metió corriendo en la cueva y dejó las tijeras olvidadas en el sitio donde cosía.
Después que marchó la mujer, la Xana salió a recogerlas y como no estaban donde las había dejado comenzó a cantar:
— Quien mis tijerinas de oro llevó, cocido y asado le vea yo.
Las tijeras las había llevado la mujer y por esta mala acción, le murió algún ganado y cayeron calamidades sobre su familia.
La Xania esperaba un año, otro y otro, y no llegaba un hombre que se atreviera a desencantarla.
Un día que estaba guarneciendo el dengue a la puerta de la cueva, pasó por allí un caballero, el cual la preguntó que quien era y por qué estaba allí.
La Xana contóle su historia y le dijo lo que había que hacer para desencantarla.
El caballero se ofreció a sacarla de aquella situación, la cogió en sus brazos y echó a andar con ella en dirección a la playa. Y según se iba alejando de la cueva, la Xana iba desencantándose, y a medida que se desencantaba, crecía y aumentaba de peso.
El caballero corría, corría, viendo el milagro del desencantamiento, pero cuando iba llegando a la playa, oscurecióse el cielo, alborotándose las olas, y estalló una tempestad muy grande.
Con los relámpagos, los truenos y el peso de la Xana, que cada vez era mayor, el caballero se asustó y la dejó caer al suelo. Y como ella le había dicho que si la dejaba caer quedaba encantada para siempre, se volvió llorando a su cueva.
Y desde entonces acá, los vecinos de Muros de Pravia no han vuelto a ver jugar a los bolos en la playa a la Xana del Castiellu de Aguilar.
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