Von Richthofen, el Barón Rojo
Manfred von Richthofen (1892-1918) fue un célebre aviador de la Primera Guerra Mundial. Se convirtió en héroe nacional, consiguiendo la Medalla al Mérito Militar, y logró que su unidad derribase hasta 644 aviones con sólo 56 bajas.
La agudeza visual de Manfred, su deseo de vivir situaciones arriesgadas y su valor fuera de lo corriente hicieron que pronto se convirtiera en uno de los pilotos más famosos que han existido. Sus compañeros decían que su personalidad se transformaba cuando cogía los mandos de su avión y afirmaron que adoptaba un comportamiento suicida.
Las maniobras y piruetas que realizaba con su avión, un caza triplano Fokke de color rojo, le permitían escapar del fuego enemigo y acabar con los aviones británicos con gran facilidad. Consiguió granjearse el temor y el respeto de sus enemigos, a los que permitió, en ocasiones, escapar cuando estaban malheridos.
Sin embargo, también se ha afirmado de él que disfrutaba viendo el efecto devastador de las bombas lanzadas sobre los blancos enemigos y que su fascinación por ver el daño ocasionado le provocó su primera herida de guerra. Al parecer, señalando desesperadamente a su piloto para lograr una vista más clara después de la caída de una carga sobre un pueblo cerca de Dunkerque, bajó su mano a una de las hélices del bombardero y perdió la punta de un dedo.
Manfred era el mayor de tres hermanos. Pertenecía a una adinerada familia aristocrática. El padre de Manfred destacó en la caballería prusiana, pero su carrera activa militar se vio pronto truncada como consecuencia de la sordera.
Para cumplir los deseos de su padre, Manfred y su hermano pequeño Lothar, se incorporaron al ejército imperial. Los hijos debían conseguir los éxitos militares que el padre ya no podía seguir alcanzando.
Manfred escribió sobre su padre con gran admiración:
Él era el soldado más valiente imaginable. Comenzó a sufrir sordera y tuvo que dimitir. El problema de oído le apareció porque salvó a uno de sus hombres del ahogamiento y aunque terminó empapado, insistió en seguir sus deberes, como si nada hubiese pasado, sin hacer caso del rigor del tiempo.
Von Richtofen, el Barón Rojo
Manfred fue matriculado en la escuela militar en Wahlstatt con sólo 11 años. Seis años más tarde, ingresó en la Academia Real Militar en Lichterfelde, donde se hizo un oficial de caballería. A los tres años de alistarse en los Ulanos (caballería alemana), Manfred fue nombrado teniente del primer regimiento.
En la caballería obtuvo la condecoración de la Cruz de Hierro. Después se trasladó a la infantería, pero esta modalidad no le gustaba. Llegó a afirmar que las condiciones de vida en las trincheras eran inhumanas y, además, “muy aburridas”. Finalmente, von Richthofen escribió a su general para solicitar una transferencia al servicio de aire.
Estaba preocupado de que la guerra terminase antes de que él estuviera preparado para combatir. Los pilotos debía someterse a meses de formación. Von Richthofen consiguió prepararse en un mínimo de tiempo. Comenzó su carrera de vuelo en calidad de observador, tomando fotografías de las posiciones de tropas de Rusia. Un par de meses después, logró su verdadero objetivo: pilotar un bombardero.
En la Luftstreitkräfte, otro célebre aviador, Oswald Boelcke, lo seleccionó para el grupo de combate Jagdsstaffel o JASTA 2. Dentro de este grupo, Manfred se destacó como el mejor aviador alemán durante la Primera Guerra Mundial. En enero de 1917 recibió la Cruz Pour le Mérite.
En 1917 se le otorgó el mando del JASTA 11, conocido como el Circo Volante, por los llamativos colores que tenían sus 14 aviones. Los aviones de Manfred estaban pintados de rojo. Dirigió 58 misiones, en las que logró derribar a unos 80 aviones, una cifra que no llegó a superarse en ningún bando durante el resto de la guerra.
Manfred consideraba la guerra una especie de juego. Hablaba de sus contrincantes con menosprecio o admiración, según se comportasen durante el combate aéreo. Nunca huía del enemigo porque los enfrentamientos para él eran un gran placer.
De esta manera relataba los combates aéreos:
Aunque había nueve ingleses y aunque estaban en su propio territorio preferían evitar la batalla (…) Para mi gran alegría me di cuenta de que él aceptó la batalla y mi placer aumentó cuando descubrí que sus compañeros desertaron. Así que una vez más había una sola lucha. Se trata de una lucha similar a la que tuve por la mañana. Mi oponente no me puso las cosas fáciles (…) El viento favorable vino en mi ayuda (…) Mi oponente descubrió que el asunto no era tan simple como había imaginado. Así que desapareció en una nube. Él se había salvado.
El día comenzaba bien. Estábamos apenas volando a una altura de seis mil pies cuando un escuadrón inglés de cinco máquinas se cruzó en nuestro camino (…) Ninguno de nuestros hombres fue herido. De nuestros enemigos, tres tomaron tierra y dos cayeron en llamas.
El Barón Rojo recibiendo las felicitaciones del General de la Fuerza Aérea alemana Ernst von Hoeppner
Dirigió la primera ala de caza de la historia aérea, la JG 1, integrada por los Jasta 4, 6, 10 y 11. Esta unidad llegó a derribar 644 aviones con sólo 56 bajas. Su hermano Lothar alcanzó 40 victorias al final de la guerra con esta unidad y logró también la Cruz Pour le Mérite.
El 6 de julio de 1917 una bala perdida le ocasionó una horrible herida en el cerebro. Durante su convalecencia escribió un libro, que tituló El Piloto Rojo. Tras recuperarse, continuó volando a pesar de estar incapacitado para soportar alturas. Sus compañeros afirmaban que solía comportarse como si fuera inmune a la muerte y no tomaba la más mínimas precauciones, violando las fundamentales reglas de vuelo escritas en su manual. Su cabeza estuvo vendada durante mucho tiempo.
Poco tiempo después, consiguió un Fokker Dr I, un triplano que también pintó de rojo. Este aparato, que Manfred recibió con entusiasmo, tenía una gran agilidad pero, si se mantenía en rumbo fijo muchos minutos, se convertía en un blanco fácil para el fuego enemigo.
Según las fuentes oficiales, el capitán canadiense Roy Brown acabó con la vida de Manfred. Sin embargo, nuevas investigaciones parecer indicar que fue el soldado de infantería australiano Evans el que le disparó desde tierra. La bala entró por el lado derecho del pecho y le causó heridas en los pulmones, el hígado, el corazón, la arteria aorta y la vena cava antes de salir. Según los forenses, tardó un minuto antes de perder la consciencia y poco más en morir.
Su entierro fue realizado, con todos los honores militares, por los británicos. Su ataúd, cubierto de flores, fue llevado a hombros por seis militares. En el momento del entierro, soldados australianos presentaron armas y lanzaron tres salvas en su honor. En su lápida, situada en el lugar donde cayó, se inscribió el siguiente epitafio:
Aquí yace un valiente, un noble adversario y un verdadero hombre de honor. Que descanse en paz.
Manfred murió con 25 años. Su sucesor fue Hermann Wilhelm Göring, que, durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en el lugarteniente de Hitler y comandante supremo de la Luftwaffe. Göring decidió pintar su avión completamente blanco, terminando así el reinado del Fokker Dr I rojo.
El hermano de von Richthofen, Lothar, no vivió mucho más, pero no falleció en combate. Después de la guerra, se hizo piloto comercial. Un fallo en el motor del avión que pilotaba, que cubría el trayecto de Berlín a Hamburgo, provocó el accidente aéreo que acabó con su vida el 4 de julio de 1922.
Esta historia sobre el Barón Rojo ha sido rescatada y compartida en esta web a modo de tributo. La autoría original pertenece a Indira y Chandra, la historia se encontraba en su blog, Ovejas Eléctricas, que desafortunadamente desde 2017 no es accesible, cambió de manos y se perdió el valioso contenido.
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