El Hada del Valle

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El Hada del Valle

Es bien conocida la perenne rivalidad entre hadas y brujas. Esta leyenda, el Hada del Valle, nos traslada a un valle de la isla de Mona, Gran Bretaña. Nos enseña cómo gestionaban sus diferencias y hasta dónde podían llegar sus rencillas. Muchas veces potenciadas por peticiones de simples humanos que por si mismos eran incapaces de defenderse de las brujas y sus fechorías.

Parte I: La llegada del Hada del Valle

En la antigüedad, se enviaba a las hadas para contrarrestar las malas acciones de las brujas y destruir su poder. Hace más de trescientos años, una banda de hadas, sesenta en total, con su reina, llamada Reina del Valle, llegó a Mona para oponerse a las malas obras de una célebre bruja.

Oberon, Titania y Puck con Hadas Danzando. William Blake. c.1786 - Imagen de Tate Britain. Licencia bajo dominio público.

Las hadas se asentaron junto a un manantial, en un valle. Después de haber bendecido el manantial, o “pozo”, como lo llamaban, construyeron una cenadora justo encima del manantial para la reina, colocando un trono en él. Cerca del trono construyeron una gran estructura para para vivir en ella.

Después de eso, la reina trazó tres círculos, uno dentro del otro, en un bonito lugar plano y cubierto de hierba junto al pozo. Cuando estuvieron cómodamente instalados, la reina envió a las hadas por el país para recoger noticias de la gente. Iban de casa en casa y por todas partes se escuchaban grandes quejas contra una vieja bruja. Cómo había dejado ciegos a algunos, cojos a otros y deformado a tantos haciendo que les creciera un cuerno en la frente. Cuando regresaron al pozo y le contaron las historias a la reina, ella dijo:

— Debo hacer algo por estos ancianos, y aunque la bruja es muy poderosa, debemos romper su poder.

Así que al día siguiente, el hada reina envió un mensaje a todos los hechizados para que se reunieran en una fecha concreta en el pozo sagrado, justo antes del mediodía.

Cuando llegó el día, varias personas enfermas se reunieron junto al pozo. Luego, la reina colocó a los pacientes en parejas dentro del anillo interior y a las sesenta hadas por parejas en el anillo del medio.

Cada pequeña hada medía un metro y medio de altura y llevaba una varita pequeña en la mano derecha. En su mano izquierda un ramo de flores de hadas (botas de cuco, campanillas de bebé y ojos de día). Entonces la reina, el Hada del Valle, que medía cuatro pies y medio de altura, se colocó en el anillo exterior. En su cabeza tenía una corona de flores silvestres, en su mano derecha llevaba una varita y en la izquierda un ramillete de flores de hadas. A la señal de la reina comenzaron a marchar alrededor de los anillos, cantando a coro:

“De dos en dos caminamos
Los círculos del pozo sagrado
Que en el valle está ubicado".

Cuando habían dado dos vueltas al ruedo cantando, la reina se sentó en el trono, y fue llamando a cada paciente. Tocó a cada enfermo con su varita, le pidió que bajara al pozo sagrado y sumergiera su cuerpo en el agua tres veces. Prometiendo así que todos sus males se curarían.

Según el paciente salía del manantial, se arrodillaba ante la reina, ella lo bendecía y le decía que se apresurara a casa para ponerse ropa seca. De este modo todos se curaron de sus males.

Parte II: Un pacto con el diablo

Por aquel entonces, la vieja bruja que había obrado todos estos males vivía cerca del pozo en una cabaña. Había aprendido brujería por primera vez en un libro llamado El arte negro, que un granjero le había prestado cuando era niña. Progresó rápidamente con sus estudios y, deseosa de aprender más, se vendió al diablo, quien pactó con ella que tendría todo el poder durante siete años, después de los cuales se convertiría en suya.

Él demonio le dio una varita que tenía el poder mágico de atraer a la gente hacia ella, y la bruja tenía un anillo mágico en el césped junto a su casa, como el anillo de las hadas. A medida que los siete años se acercaban a su fin, su corazón tenía resentimientos salvajes contra el granjero que la condujo aquella primera vez por los caminos del conocimiento maligno. Decidió vengarse.

Un buen día, poco después de que el Hada del Valle llegara a vivir junto al manantial, la bruja atrajo al granjero hacia ella con su varita y, de pie con su anillo, lo arrastró hacia él. Cuando el granjero cruzó la línea, la bruja dijo:

"Maldito sea él o ella
Que cruza mi círculo dejando huella "


Al tocarlo en la cabeza y espalda con su varita, de los puntos tocados crecieron un cuerno y una cola. El granjero se fue con una rabia terrible, mientras la bruja se reía maliciosamente. Al poco tiempo, al enterarse la bruja de las buenas acciones de la reina del Valle, se arrepintió de sus malos actos y le rogó a su vecina que fuera a ver al hada reina para preguntar si podía ir a visitarla. La reina accedió, la vieja bruja bajó y le contó su historia: el libro, la varita mágica, el anillo y todas las malas acciones que había cometido.

— Oh, has sido una mala bruja — dijo la reina — pero veré qué puedo hacer; Una cosa debes hacer, traerme el libro y la varita.

Le dijo a la vieja bruja que viniera al día siguiente un poco antes del mediodía. Cuando la bruja llegó en el día acordado con su varita y su libro, descubrió que las hadas habían encendido un fuego en el anillo del medio. La reina entonces la tomó de la mano y la puso junto al fuego, porque no podía confiar en ella si se encontraba en el círculo exterior.

— Ahora puedo tener más poder — dijo la reina a las hadas.

el hada del valle y circulo de hadas
Imagen dominio público original de Edward Robert Hughes

Fue y se sentó en el trono, dejando a la bruja junto al fuego en el anillo del medio. Después de pensar un poco, la reina espetó: — Ya lo tengo — y bajando de su trono murmurando, comenzó a caminar alrededor del círculo exterior. Esperaron la hora de la una, cuando todas las hadas se metieron en el círculo medio y marcharon dando vueltas, cantando:

"A la hora de la una
El gallo cantará,
¡Pegajoso! ¡Pegajoso! ¡Pegajoso!
Estoy aquí para contar
Del pozo sagrado
Donde el valle es su lugar,
Y el infierno conquistar".


En la segunda ronda, cantaron:

"A la hora de las dos
El gallo canta dos,
¡Pegajoso! ¡Pegajoso! ¡Pegajoso!
Estoy aqui para contar
Del pozo sagrado
Donde el valle es su lugar,
Y el infierno conquistará ".


En la última ronda, cantaron:

"A la hora de las tres
El gallo canta tres,
¡Pegajoso! ¡Pegajoso! ¡Pegajoso!
Estoy aqui para contar
Del pozo sagrado
Donde el valle es su lugar,
Que el infierno se acaba de conquistar ".


Al terminar la reina arrojó el libro y la varita al fuego, e inmediatamente el valle se rasgó con un estruendo. Muchos demonios llegaron de todas partes rodeando el anillo exterior, pero no pudieron atravesar sus limites.

Las hadas comenzaron a caminar una y otra vez, cantando su canción. Cuando terminaron de cantar escucharon un fuerte chillido, de los demonios, que asustó a todas las hadas excepto a la reina. Ella no se inmutó, acercándose al fuego, removió las cenizas con su varita y vio que el libro y la varita estaban quemados, luego dio tres vueltas alrededor del anillo exterior sola, cuando se volvió hacia los demonios y dijo:

— Os ordeno que os vayáis de nuestro hogar terrenal, volved a vuestra morada. Tengo el poder de echaros a todos desde aquí. ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! — Todos los demonios volaron, hubo un gran aplauso sonoro como un trueno, la tierra tembló, el cielo se encabritó, todos los demonios estallaron y el cielo se aclaró nuevamente.

Parte III: El espejo que desvelará un secreto

Después de esto, la reina puso a tres hadas al lado de la vieja bruja. Constantemente sumergían sus varitas en el manantial sagrado mientras acto seguido le tocaban la cabeza. La bruja se sintió muy preocupada y compungida.

— Trae el espejo — dijo la reina.

Las hadas trajeron el espejo y lo colocaron en el círculo del medio. Todos dieron tres vueltas, cantando de nuevo la canción que comenzaba "A la una". Cuando terminaron, la reina se detuvo y dijo:

— Párate y fíjate, ¿qué es lo que puedes ver?

Y mientras la bruja observaba dijo:

“El espejo brillante me hace entender
Que en la bruja que podemos ver
Tres demonios habitan en su ser".

De inmediato tras pronunciar sus palabras la bruja tuvo un ataque. Las hadas lo tuvieron muy difícil para mantener silenciados a los tres demonios; de hecho, no pudieron hacerlo, y la reina tuvo que ir ella misma con su varita, por temor a que los demonios hicieran pedazos a la bruja.

El Hada del Valle dijo:

— Salid espíritus malignos, salid de aquí.

Salieron rechinando los dientes, hubieran matado a todas las hadas si la reina no hubiese pronunciado las siguientes palabras:

— ¡Largo, largo largo! espíritus malignos, volved a vuestro letargo.

De repente el cielo se volvió brillante como el fuego, porque los espíritus malignos estaban lanzando su ira contra las hadas. Al prever su artimaña la reina dijo:

— Compacta, compacta, compacta, en una bola feroz.

El cielo ardiente se condensó en una bola de fuego más deslumbrante que el sol. Nadie podía mirarlo excepto la reina, que llevaba una máscara de seda negra para protegerse los ojos.

Mientras todos se cubrían la mirada con la mano, la bola estalló con un ruido terrible que hizo temblar la tierra.

— Volved a vuestra morada en las tinieblas y nunca más volváis a pisar nuestra tierra — dijo la reina.

Parte IV: El legado del Hada del Valle

La bruja volvió a ser ella misma. Ella y el hada reina transformaron su ancestral enemistad inmediatamente en una creciente y sana amistad. La bruja, cuando salió del anillo, se arrodilló y le preguntó a la reina si podía llamarla la Dama del Valle. Quería saber cómo podía servirla.

— Ya lo veremos — dijo la reina.

— Bueno, ¿cómo lográis sobrevivir? — preguntó la mujer que había sido bruja.

— Te lo diré — dijo la reina. — Vamos a la medianoche y ordeñamos las vacas. Nos quedamos con la leche teniendo en cuenta que nunca producirá más leche a menos que dejemos un poco en el fondo de la vasija; no debemos usarlo todo. Después de ordeñar la vaca, frotamos sus ubres y la bendecimos, tras esto el animal da el doble de leche.

— Interesante, sin embargo ahora sin mi poder.. ¿cómo podré vivir?

— Te contaré una breve historia. Estábamos en el molino jugando un día, el molinero entró y nos vio. Nos habló amablemente y nos ofreció un poco de harina. 'Nunca tomamos nada a cambio de nada', dije, así que bendije su contenedor: en unos minutos estaba lleno hasta el borde de harina. Le di instrucciones al molinero — narraba la reina — 'Ahora no vacíes el contenedor, siempre déjale un poquito dentro. Así durante doce meses, no importa cuánto uso le des, siempre estará lleno por la mañana.

Mirando fijamente a los ojos de la bruja, el hada continuó hablando.

— Ya vas comprendiendo mucho amiga bruja, pero te diré todavía más para ayudarte en tu caminar: Debes amar a tu prójimo, debes amar a toda la humanidad. Además, aquí tienes una bolsa de oro. Ve y compra lo que quieras, huevos, tocino, queso, consigue una jarra de vino y utiliza todo libremente. Pero eso sí, reparte gratuitamente a ancianos, pobres, y si nunca se terminan estas cosas, siempre habrá más a la mañana siguiente tal como comenzaste.

El Hada del Valle prosiguió;

— Como detalle final te haré un ungüento, debes usar el agua del pozo sagrado. Será como una medicina, y la gente vendrá de todas partes para ser curada por ti. Serás amada por todos, y los más pobres de los pobres te conocerán como Madame Dorothy.

La mujer que otrora fue bruja hizo lo que se le dijo. Se hizo famosa por su habilidad médica, especialmente en el parto, porque su bálsamo alivió los dolores y sus aguas trajeron leche.

Con el tiempo, se dio a conocer en toda la isla. Los ricos acudían a ella desde tierras lejanas. Ella siempre hacía pagar a los ricos y a cambio los pobres recibían tratamiento gratis.

Madame Dorothy solía ver al hada reina a veces, y un día le preguntó:

— ¿Os marcháis? ¿Nos volveremos a ver?

— No podemos saberlo — dijo el Hada del Valle — pero te daré un anillo, déjame ponértelo en el dedo, es un anillo mágico fabricado por hadas. Siempre que quieras saber de mi, usa tu anillo, da tres vueltas y frótalo; si se pone brillante, estoy viva, pero si ves sangre, estaré muerta.

— ¿Pero cómo puede ser eso? Eres mucho más joven que yo.

— ¡Oh no! las hadas nos vemos jóvenes hasta el día de nuestra muerte; vivimos hasta una edad avanzada. Morimos naturalmente de vejez. Aunque nunca tenemos ninguna dolencia aún así nuestro poder se desvanece. Los hombres se desvanecen en la carne y el poder, pero nosotras solo en el poder. Ahora tengo más de setenta.

— Pero pareces tener treinta.

—Bueno querida amiga, nos daremos la mano y nos separaremos, porque debo irme a otra parte; como no tengo rey, no me quedo mucho tiempo en un mismo lugar.

Así fue como estrecharon sus manos y se separaron.

Pasaron los años y Madame Dorothy cada poco tiempo frotaba su anillo esperando ver que su amiga y salvadora continuase con vida, en algún lugar. Por las noches al acostarse muchas veces pensaba la fortuna que tuvo aquel día.

La moraleja de la leyenda

A pesar de las ancestrales enemistades entre brujas y hadas, esta historia, el Hada del Valle demuestra que no siempre hay blancos o negros, siempre existen y existirán matices, disponibles para ser comprendidos por quienes deseen apreciarlos.


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